Devenir-niño*
El niño, así como el filósofo, nos presenta la dimensión de apertura de la vida, un nuevo inicio se abre con cada pregunta que ambos: filosofo y niño producen. La infancia es apertura hacia lo nuevo, hacia lo que aun no tiene nombre, y en ese asombro empieza a rodar la vida, el deseo y la ilusión. No sin angustia iniciamos el relato, balbuceando una lengua extraña, que nos resuena en el cuerpo con sus partículas sonoras, aun indescifrables.
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