Hoy vamos a tocar un tema de complejidad subjetiva dada la situación de conocimiento mundial sobre el Covid19 enlazada con el concepto de trauma y sus consecuencias postraumáticas, que solo serán vistas a posteriori. Quiero decir que una de las características del trauma es su efecto sorpresa, que sobrepasa energéticamente al aparato psíquico generando terror ante la omnipotencia de la naturaleza, requiriendo obligatoriamente a responder con nuestras herramientas psíquicas puestas a prueba en momentos de crisis.

Qué saber sobre el trauma en el proceso, es una de las incógnitas que Freud intenta revelar en sus escritos, recalcando que el acontecimiento traumático en sí mismo es silencioso y solo se escuchará una vez transcurrida la escena traumatizante. Es importante entender la singularidad subjetiva, me refiero a que los procesos traumáticos se suceden inconscientemente generando angustia expectante ante lo real que irrumpe intempestivamente impactando en el sujeto generando desde el exterior cargas libidinales excesivas difíciles de procesar.

Para comprender el concepto que el psicoanálisis refiere a lo “real”, no hace falta más que remitirnos a la noticia de que un virus, que supone la finitud para muchos, irrumpe rompiendo las estructuras cotidianas con las cuales uno lleva adelante su vida. Todo aquello que tan naturalizado y seguro del cual el ser humano se aferra como garantía, cae ante dicho acontecimiento universal; trayendo el exceso de energía externa que el sujeto mortal tendrá que acarrear. Se destaca y sin dudas, que el ser humano es un ser social y del lenguaje, y que ante las tormentas las manifestaciones solidarias, la palabra y la empatía se sublevan por defecto borrando las líneas fronterizas creadas por nosotros mismos.

El virus no elige países ni respeta las gendarmerías en las fronteras para pedir permiso, es parte del viento y se activa como tal cuando encuentra un cuerpo para cumplir su rol parasitario y establecerse para vivir y fusionarse; solo vive cuando nos encuentra. Lo importante de esto, es que existen no solo predisposiciones biológicas para alojarlo, sino armas y herramientas psíquicas para expulsarlo de nuestro cuerpo. Nuestro sistema inmunológico no está preparado para rechazarlo biológicamente, aún esperamos con ansias la vacuna que nos proteja, sin embargo, es nuestra hora para construirnos como guerreros siendo parte de nuestra naturaleza, despojando la franja narcisista que nos adueña de nuestro lugar en el mundo.

Tomar consciencia de la finitud, entendiendo que la muerte es traumática en sí misma, es una de las aptitudes reservadas para las defensas psíquicas del ser mortal, que nada quieren saber de la muerte ni de la sexualidad. La actualidad nos informa sobre esto, publicidades atrevidas sobre medicaciones para la potencia masculina, dejando a la luz, conceptos psicoanalíticos no entendibles para muchos; que dicen que la muerte y la sexualidad van de la mano, dicho de otro modo, la vida y la muerte van de la mano, de otro modo pulsión de vida y pulsión de muerte se encuentran en este límite. ¿Para qué esas publicidades? ¿Son inocuas? La respuesta es que no, sino que extienden desde lo implícito la impronta del ser humano; esto es, que tanto la muerte como la vida se conocen muy bien. Lo traumático, aquello que se supone traumático, como esta pandemia, de por sí no genera el trauma, solo se generará el trauma en aquel sujeto no apto para soportar los excesos energéticos que irrumpen desde el exterior, por eso es fundamental que el miedo, gran carga energética propia, no se apodere del cuerpo ni de nuestra psiquis, que tan pobre es para todos, que aún no entiende que puede ser lastimada por factores foráneos.

Con este propósito y mucho más, es que profesionales de EL ARTE Y EL DIVÁN, en unión con AULA NÓMADA, les propone acercarse al curso de Trauma y Estrés Postraumático con un valor simbólico, para que puedan enterarse, que tal vez, es cuestión de comprender con humildad el mensaje que la naturaleza nos está enviando; porque nunca olviden, que el que ama se hace humilde, renuncia a una parte de su narcisismo. El mundo está pidiendo ser visto, escuchado, porque él también tiene su furia ante tanta destrucción. ¿Qué sabremos del efecto consecuente? Ese es otro capítulo, ahora hay que arremeter ante el miedo, la angustia, buscar armar, desconstruir, construir y reconstruir para seguir viviendo y revalorar la vida.