“Si pudiera decir, lo que quería decir,
No habría razón para bailarlo…”
Isadora Duncan
El vínculo entre el cuerpo y la danza, el cuerpo y el movimiento, puede ser pensado desde distintas aristas y sin duda se desprenderían de ahí infinidades de interrogantes. Interrogantes que han acompañado mi práctica clínica, así como también mi hacer con la danza.
Sostengo que el Arte, en cualquiera de sus manifestaciones, es vehículo de variadas intenciones, pero, además, encierra un deseo de trascender los limites humanos, de ir un poco más allá de lo efímero y acotado que encierra la existencia. Podemos pensar que su función es abrir una grieta que permita entrever algo del orden de lo indescifrable. El Arte en cualquiera de sus manifestaciones, es un dar a ver…
Es leer un relato, que, desde tiempos remotos, le ha permitido a la humanidad organizar su existencia. Propongo pensar la danza como un relato, como un texto escrito.
LA POETICA DEL MOVIMIENTO
Tomar la danza, tiene que ver con optar por un Arte del movimiento, como modo de expresión artística, como un modo de decir, con una gramática propia que la hace única. La danza en su carácter mágico, lúdico y comunicativo es una forma de discurso. Desde el lugar de analistas, no podemos dejar de pensarla en relación con un cuerpo y con una historia singular que ha dejado sus marcas en él. Este Arte del movimiento, se lee a través del cuerpo, vehículo principal de quien danza.
Muchos interrogantes me han acompañado en este hacer: ¿Qué cubre con sus movimientos el danzante en el despliegue de su ritual? ¿Qué habita un movimiento? ¿qué cuerpo baila? ¿Qué se enuncia en una danza? Enigmas…preguntas…silencios… no todo tendrá respuesta. Sí un acercamiento…un destello.
El movimiento acompaña a la existencia humana desde siempre, el universo está en constante movimiento; la vida lo es. Somos seres en movimiento.
La Danza fue el primer gesto humano. Dirá Pascal Quignard que estos movimientos retrotraen a la vida intrauterina, al momento del parto y a esa salida abrupta que implica vérselas con la gravedad. Desde ahí el Sujeto se ve impelido al movimiento, antes que la palabra. El danzante tiene que vérselas con la gravedad, con torcer ese destino y hacer un mundo signados por otros pasos, por otros movimientos. Pensar el cuerpo en la danza, es pensar un cuerpo que va más allá de las marcas biológicas fundantes. El cuerpo que danza es un cuerpo atrapado por la lengua y por el sin fin de significantes; es el cuerpo del Discurso…que metafóricamente devela los nudos de la estructura subjetiva con los cuales el sujeto se enfrenta y arma su vida. La danza es saber hacer con aquellas marcas que tejimos para habitar el universo del lenguaje.
Hoy la época ha dispuesto que se habiten cuerpos enmascarados con múltiples gadgets tecnológicos; asistimos a cuerpos amurallados, tuneados, llenos de prótesis; cuerpos venerados, artificiosos casi post humanos. Que paradójicamente, a más alarde de estos cuerpos gloriosos mayor precarización subjetiva.
Son variados los intentos restitutivos de crear otros modos de habitarlo. Vía un análisis, que permite conmocionar los significantes que vienen del Otro y crear un modo singular y único; acaso la danza, ¿podrá ser un modo posible de habitar lo singular y reconciliarnos de una manera más benévola con otro cuerpo…permitiendo que ese cuerpo del deseo se desate, al menos un poco, de las marcas del goce autoerótico? Sería como sacarle el corsé que lo ha sujetado de manera sufriente.
Danzar…es: fluir, estirarse…quebrar la solidez…es tensión, es una puesta en escena del Inter juego constante entre lo pesado y lo ligero…en la danza los pies surcan la tierra. Dirá David Zambrano, artista creador del flying low, que quien danza escribe con los pies. Es marcar con el cuerpo una fisura. Es desatar nudos cosificados que a lo largo de la historia se enredaron. Danzar es alojar el Deseo.
EL CUERPO…
¿Con que cuerpo danzamos? Se danza con ese cuerpo redescubierto y a descubrir…con aquel organismo atravesado por la letra; con ese cuerpo que rompe ataduras al desplegarse, moverse, doblarse, rodar. ¿Que lleva a un cuerpo ponerse en movimiento? ¿Que mueve un cuerpo? El ímpetu de ocupar lo indecible…de hacer con aquello silente y silenciado…Arte.
La danza es despertar un cuerpo agarrotado, dar rienda suelta a ese torbellino que no se vehiculizó por medio de la palabra. Danzar es un proyecto lúdico con el propio cuerpo.
En la Danza no hay esquemas, prototipos ni reglas Y es a partir del vacío…de la nada, que se crea el movimiento. Se arma la figura bailante. Sí hay técnica, que acompaña al danzante a ir posicionando su cuerpo desde su singularidad, creando un campo en el que despliega su propia poética.
El cuerpo que baila altera la gravedad con giros, caídas, desplazamientos, rolles que conforman otro cuerpo, que en su decir transporta una retórica inmersa de signos y metáforas.
LA DANZA: UN CUERPO CON OTROS.
En la escena, podemos ver, que la danza es un arte efímero: se disuelve el acto en un tiempo y un espacio, pero persiste en la memoria del cuerpo y de los otros.
La danza tiene el deseo de trascender lo limitado del cuerpo; a modo de conjuro: en la escena se conjuga ese cuerpo mortal con ese cuerpo divino que trasciende. Ese cuerpo singular entra en contacto con otros; desde el psicoanálisis ya sabemos que un cuerpo no es tal, sino es con otros. De ahí la comunidad de bailarines, danzantes que se despliegan a través del ritmo, la armonía y el movimiento. Que se miran y son mirados.
Quien baila, quien danza, efectúa un discurso poético. Habita un cuerpo recuperado, intervenido por el deseo y despliega una pasión: el deseo de bailar. Deseo que el danzante pone de manifiesto desde su singularidad arremetiendo contra la gravedad, atravesándola, agujereándola, para no quedar justamente, apresado en ella.
Quien danza hace un escrito con su cuerpo.
BIBLIOGRAFIA
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