Trabajo final del curso Psicoanálisis con niños (Aula Nómada), a cargo de Graciela Pérez

El mar, la mer, la infancia. Un territorio marino, por partes con colores tan oscuros donde hay algo que no se entiende, que incluso a veces es rechazado. Actualmente, promovido por el afán homogeneizador de las sociedades, se suele buscar un formateo estandarizado de las subjetividades en la infancia. Una medicina, una etiqueta, un suspiro de alivio que silencia el oleaje de lo enigmático, de aquello que puede provocar la singularidad del niño que llega al mundo. Se anula ese ángulo de la sorpresa que molesta al amo (Miller, 1996), ese que quiere que “las cosas marchen al paso de todo el mundo” (Lacan, 1988b, p. 77) y se opta porque el niño se adecúe a lo que la sociedad espera. Tan bien lo representaba J.M. Barrie (1911/2015) en Peter Pan: “No sé si habrás visto el mapa de una mente. A veces los médicos dibujan mapas de otras partes de ti (…), pero no es tan fácil trazar el mapa de la mente de un niño, que no solo es confusa, sino que gira sin cesar” (p. 18).

El mar está desde antes de que el niño llegue al mundo. Ahí para él, esta hamaca de lenguaje lo recibe, lo sostiene, lo desea, lo habla. Si no, ¿cómo flotaría? Cual barca que necesita del mar, sobre la tierra no va hacia ningún lado. Es necesario que haya alguien que quiera escuchar el grito del niño y transformarlo en un llamado. La mer-mère-madredecodifica los mensajes del niño, los interpreta, “no sobre ninguna regla sino sobre la base de su propio deseo o su propia angustia” (Bleichmar, 2007, párr. 7). Esta barca necesita ocupar un lugar en el mar, “su constitución subjetiva implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (Lacan, 1988a, p. 57). Por su parte, el niño toma un significante S1 del campo del Otro y se aliena al deseo de la madre. En aquellos tiempos, ¡qué mayor satisfacción para ambos que ser el falo de la madre!

Es importante señalar que, si bien el significante S1 hace surgir al sujeto, lo marca y comienza a visualizarse un niño en esa barca, esto siempre implica la insondable decisión del serfrente al Otro. Hay algo en el mar, como campo del Otro, que marea al niño de la barca, porque verlo implica reconocer que hay algo que no se puede escribir. Estar en esa barca que flota sobre el mar supone reconocer que una barca solo marcha sobre el mar, que algo falta, que es necesario un esfuerzo que también implica pérdidas: entrar en el juego (Lacan, 1945/2008), estar dispuesto a arreglárselas con el lenguaje, con el goce en el cuerpo y la extracción del objeto a. Como en el autismo, habrá algunos niños que preferirán esforzarse por no mirar ese mar, en otras palabras, eludir el encuentro con el Otro (Manzotti, 2008).

La demanda de amor es fundamental en estos primeros momentos de relación entre el niño y la madre. Este amor lleno de significantes y faltas que sostiene al niño de la barca, y que la sacude para que siga flotando. Cabe recalcar que en la historia de los océanos se aprecia que a veces puede aparecer un deseo materno devorador, que ha traído consigo situaciones en que algunas barcas se han hundido hasta el fondo del mar. Se dice que la merse los ha tragado. Distinto es el camino del niño de la barca. En la separación, este niño desidentifica su ser de sujeto del falo simbólico, dejando lugar a la significación fálica (Rabinovich, 1988). Se inscribe la falta y el niño de la barca es remitido a su propia falta por responder. Gracias al encuentro con el Padre del no y el Padre del sí, su barca se equilibra y sigue flotando. Como diría el poeta J. Watanabe (2005), “cuando pierdes, ganas”. La castración abre el camino del deseo, del goce supremo prohibido se pasa a un goce sustitutivo que posibilita una apertura del sujeto que permite gozar en otros objetos.

Cada vez el mar marea menos al niño de la barca. Parece que por momentos se olvide de esa sensación. Incluso contempla el mar, encuentra su reflejo en el agua y reconoce su propia imagen. El niño de la barca descubre distintas maneras para arreglárselas con ese mar, su mar. Poco a poco ha ido construyendo una especie de remos con los que ha podido navegarlo. Por las noches fantasea sobre qué habrá debajo de ese mar y crea sus propias teorías. Otras veces se despierta con lluvias torrenciales y hace conjeturas sobre esos fenómenos climáticos.

Lacan (1957) señala que la hamaca de lenguaje que recibe al niño, al mismo tiempo lo aprisiona. El niño de la barca se podría pasar toda la vida dando círculos sobre el mismo lugar. El niño de la barca quiere un cambio. Sus remos ya no le funcionan. Algunas noches ve la luz de un faro que ilumina el mar y se pregunta qué será, qué habrá más allá. Pero, ¿cómo soltarse de ese mar que tanto le dio? ¡¿De sus remos?! A los que está tan acostumbrado, pero ya no le funcionan en ese mar porque en realidad ya no es igual al del inicio. El niño de la barca quiere producir algo nuevo, entre el destino y la elección.

Ante esta situación, la función del analista del niño de la barca consiste sobretodo en escuchar su singularidad, su síntoma. Que su decir tenga un lugar e interpretar a través de equívocos que interpelen lo que este cree saber o desear. En este sentido, una interpretación no esté hecha para ser entendida, sino para producir olas (Lacan, 1975). Asimismo, es necesario que el niño de la barca se implique en su síntoma, que se dé cuenta que es responsable de sus remos, que no es ajeno a lo que padece, para que así pueda encontrar otro tipo de arreglo con su goce que le permita sufrir menos.

Por momentos, puede resultar difícil para el analista distinguir el sonido de la merde la voz del niño de la barca. Y es que es innegable que este mar es parte de la estructura del niño. Él está inmerso en su discurso, en sus deseos, faltas, silencios. La mer, remitiéndonos a la familia, tiene un saber que la sostiene, que también debe ser escuchado. No obstante, en esta navegación que supone el trabajo analítico con niños lo más importante siempre va a estar en cómo ellos mismos construyen su lugar en el mundo. Esa es la brújula.

Cuentan que el niño de la barca sigue flotando sobre el mismo mar, pero ha descubierto que le gusta mucho levantar la mirada y ver el cielo. También, todos los días a las tres de la tarde, se tira al mar y nada hasta una pequeña islita que encontró en su camino.

 

*Esta frase aparece en el escudo de armas de París y es citada por Freud en sus cartas a Fliess para referirse a su propio estado mental (nota de J. Strachey en Freud, 1992).

 

 

Referencias

Barrie, J. M. (2015). Peter Pan. Nueva York: Harper Design (Trabajo original publicado en 1911)

Bleichmar, S. (23 de agosto de 2007). Cuando hablás está menos oscuro. Página 12. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-90109-2007-08-23.html

Freud, S. (1992). Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914). En Obras Completas. Volumen 14 (1914-16)(pp. 1-64). Buenos Aires:Amorrortu editores.

Lacan, J. (31 de mayo de 1957). Entrevista a Jacques Lacan por Madeleine Chapsal/Entrevistador: Madeleine Chapsal. L’Express. Recuperado de http://blog.elp.org.es/1135/entrevista-de-lacan-con-madeleine/

Lacan, J. (noviembre, 1975). Conferencia en la Universidad de Yale, Connecticut. Recuperado de https://www.lacanterafreudiana.com.ar/2.5.1.26%20%20%20%20CONFERENCIAS%20Y%20CHARLAS%20EN%20UNIVERSIDADES%20NORTEAMERICANAS,%201975.pdf

Lacan, J. (1988a). Dos notas sobre el niño. En Intervenciones y textos 2(pp. 55-57). Buenos Aires: Ediciones Manantial.

Lacan, J. (1988b). La Tercera. En Intervenciones y textos 2(pp. 73-108). Buenos Aires: Ediciones Manantial.

Lacan, J. (2008). El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. En Escritos 1(2ª. ed.) (pp. 193-208). Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores (Trabajo original publicado en 1945)

Manzotti, M. (2008). Para la lógica de la cura del autismo y la psicosis infantil, el valor de lo imprevisto está en su cálculo. En Manzotti, M. (Comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte(pp. 13-26). Buenos Aires: Grama Ediciones.

Miller, J. A. (1996). Apología de la sorpresa. En Entonces: Sssh…(pp. 29-45) Buenos Aires: Ediciones Eolia.

Rabinovich, D. (1988). El concepto de objeto en la teoría psicoanalítica. Buenos Aires: Ediciones Manantial.

Watanabe, J. (2005). Yan ken pó [Grabada por R. Ráez]. En Pez de fango[CD]. Lima: José Watanabe y Rafael Ráez.

Summary
Se sacude pero no se hunde
Se sacude pero no se hunde
“Se sacude, pero no se hunde”, frase usada por Freud en su correspondencia con Fliess para describir su propio estado mental, sirve como inspiración para crear una suerte de alegoría marina de la constitución subjetiva. Se presenta el surgimiento de el niño de la barca, así como algunas notas para la clínica psicoanalítica con niños.